Invader

El arte urbano de Invader, ¿invasión o infracción?

Tras el paso del artista Invader por la ciudad de Málaga, numerosas voces se han alzado y la invasión no ha pasado desapercibida para nadie. Aún no sabiendo de qué tema se trata, más allá de que «un gracioso ha colocado unos azulejos de colores por las calles de Málaga», la intervención del artista ha traído a la ciudad una verdadera revolución. Quizá la intención sea esa. Como dijo Oscar Wilde: «que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen».

Al colocar el artista Invader algunas de sus obras sobre los muros de algunos edificios declarados BIC (Bien de Interés Cultural), las voces de conservadores del patrimonio se han alzado sobre unos azulejitos de colores insignificantes que han colocado sobre sus muros protegidos. «Azulejitos insignificantes» que siguen millones de personas por todo el mundo, amantes del arte urbano expectantes y alertas, por conocer dónde se colocan todos para ir en su búsqueda y continuar con este juego mundial.

Invader
Fuente: Space Invader

Pero que esos azulejos de impacto mundial estén en Málaga parece no tener importancia, hay que deshacerse de ellos porque pueden dañar un muro por el que, no nos olvidemos, también pasan cables de luz, aparatos de aire acondicionado y otras necesidades menos agresivas que los píxeles de Invader.

Además, el artista no ha mostrado ni un ápice de intención provocadora o dañina al Palacio Episcopal, ya que la «Gitana en 8 Bits» se encuentra en una de las fachadas de menor labrado artístico y más recónditas del centro histórico de Málaga. Resulta comprensible que tal vez no se entienda el arte que está emergiendo en estos momentos, ya que estamos inmersos en ese proceso de creación.

Quizás el daño es más moral que real, porque parece ser que la burocracia y algunos malagueños no aprenden de sus errores.  Quizás ocurra como con otros artistas como Picasso, cuyo valor artístico se revalorizó tras su fallecimiento. Tal vez tengamos que quitar los azulejos  y dejarlos en el fondo de algún museo hasta la muerte del artista. Y ya si eso luego los sacamos, para cuando atraquen los cruceros más grandes del mundo en nuestro puerto.


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