La que posiblemente sea la mejor voz del panorama pop actual, Ariana Grande, sigue sin convencernos con su último proyecto, Sweetener. Un álbum con el que ha enseñado una nueva faceta dentro de su discografía, algo más experimental. Pero, después de analizarlo durante un tiempo, ¿funciona?
Ariana se rodea de productores como el todopoderoso Max Martin (Dangerous Woman, Side to Side o Into You) y Pharrell Williams, que firma gran parte de los temas del disco. Parece que el prestigio o la vanguardia que parece que abandera Pharrell en el mundo de la crítica hacen que muchos cantantes recurran a él, pero ¿realmente funciona para el gran público? Creo que no. Sus producciones planas, con poco desarrollo y con una sensación de maqueta, son los comentarios más repetidos en las valoraciones de sus canciones.
Con este álbum pretende dar ese edulcorante (Sweetener en inglés) que la vida necesita para sobreponerse a los malos momentos. Tenemos que recordar que Ariana sufrió un atentado terrorista en su concierto en Manchester hace un año. Musicalmente, es mucho más hip-hop urbano de lo que se esperaba por los adelantos lanzados. Ariana Grande nos muestra así una faceta más madura en la que los virtuosismos vocales dan paso a armonías bien ejecutadas.
Atendiendo a las canciones, sin duda las mejores del disco ya han sido publicadas como singles (obviando el caso de la poco destacable The Light Is Coming con Nicki Minaj). No Tears Left To Cry y sobre todo la joya del disco God is a woman, dan muestra de las capacidades de una voz de la talla de Ariana Grande. Pero además de éstas, ya está destacando en las diferentes listas de éxitos Breathin, un bop en el que narra su ansiedad, que si se andan avispados, lo harán el próximo single.
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Precisamente R.E.M, Everytime o el cover Goodnight n Go, son las producciones que más convencen, justo las que no están firmadas por Pharrell. En cuanto a las colaboraciones de Nicki Minaj, el propio Pharrell o Missy Elliott, tampoco es que aporten gran cosa.
La sensación final que deja Sweetener es un tanto agridulce, por la elección de temas y sobre todo por el desarrollo del disco en cuánto al orden dentro del tracklist. Es bueno que un artista llegue a un estado de madurez en el que investigue nuevos sonidos, pero nunca más Ariana.
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