La balada de Buster Scruggs es la última película de los hermanos Coen. Se trata de uno de los tándems (con perdón a las Wachowski) más famosos del cine actual. Aunque su carrera cinematográfica comenzó en 1984 con Blood Simple, su llegada a la fama se produce de la mano de Barton Fink (1991). A partir de ahí cosecharon otros muchos éxitos como El gran Lebowsky o Fargo. Esta última adaptada a la gran pantalla con (por ahora) tres temporadas y numerosas nominaciones y premios.
Al principio, La balada de Buster Scruggs fue concebida como una serie para Netflix. Sin embargo, acabó siendo un film de algo más de dos horas compuesto por seis historias diferentes. En ellas encontraremos humor, misterio, drama y mucho pistolero suelto.
Historias del oeste
Dentro de las seis historias que componen La balada de Buster Scruggs hay tres que merecen una mención especial:
- La balada de Buster Scruggs: Es la que inicia y da nombre a la película. Protagonizada por Tim Blake Nelson como Buster Scruggs, un simpático y muy positivo cowboy, que nos sorprenderá con sus habilidades y que probablemente nos arranque más de una carcajada, aunque no queramos.
- Cerca de algodones: Este capítulo realmente debería tener el mismo título que el libro No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas. Es una hilarante y absurda historia, plagada de meteduras de pata y sarcasmo. En ella, veremos a unos Coen al más puro estilo de El Gran Lebowski.
- Los restos mortales: Cinco desconocidos viajan durante la noche en un coche de caballos, que los lleva a Fort Morgan (Colorado). La conversación durante la travesía es inevitable y, como si de un micro Gran Hermano se tratase, las tensiones también lo son. Habrá risa, llanto, enfados y un final que pone el broche de oro a todo el largometraje y que deja con ganas de más.
La Balada de Buster Scruggs es amena y entretenida. Cuenta con el claro sello de los hermanos Coen. Ideal para los nostálgicos del western y para quienes quieran pasar un rato divertido.
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