Chus Lago tenía 11 años cuando subió al Vixiador junto a su padre. Era la primera vez que descubría la montaña. En esa época, pocas chicas de su edad la acompañaban en el camino y para la mayoría de adultos no dejaba de ser algo anecdótico. Pero eso a ella nunca le importó. Con 15 años, la viguesa tuvo claro que quería ser alpinista. Entonces eso ya no gustó. A su madre por razones obvias, el peligro. ¿A su padre? Por el hecho de ser mujer. Aun así, Chus Lago continuó con su travesía, esquivando estereotipos y sorteando comentarios de personas que no la identificaban en ese mundo. Siguió luchando, y cuando estuvo a punto de coronar el Everest, se lo prohibieron. ¿El motivo? Una vez más, por ser mujer.
Quizás fueron las ganas de coronar una cima mucho más alta, la del machismo, o la motivación de marcar la historia de la exploración polar con nombre de mujer, lo que dio lugar al nacimiento de uno de esos mitos personificados por mujeres que tanto los libros de historia como los medios de comunicación y la propia sociedad, han ignorado. “Cuando regresé de mi expedición en el Everest, recuerdo que me dedicaron un espacio muy pequeño en la esquina de la portada de un periódico o una revista. Y la foto de portada era la de una miss. Una vez más, a las mujeres se nos valora por nuestra apariencia”.
Durante casi dos horas, Chus Lago retrocedió en el tiempo gracias a las páginas del periódico más antiguo de España, El Faro de Vigo, donde investigó a los primeros exploradores polares. La fallida expedición de Salomón Augusto André, Knut Fraenkel y Nils Strindberg que viajaron al Polo Norte en un globo aerostático de hidrógeno que acabó por estrellarse en el casquete polar, sentenciando a los tres hombres de muerte. O el primer y accidentado vuelo en el dirigible bautizado como Norge, diseñado por Umberto Nobile y al que acompañaron Roald Amundsen y Lincoln Ellsworth en 1926.
¿Pero qué tenían en común estos exploradores con ella? La voluntad y la motivación por ser la primera persona en un momento de la historia. En el caso de estos exploradores, llegar a un lugar desconocido para el hombre. En el caso de Chus Lago, coronar una cima en solitario. En 1999 se convirtió en la tercera mujer en el mundo en alcanzar la cumbre del Everest. Pero no fue hasta 2004 cuando la alpinista cumplió su deseo: llegó a la cima del Monte Vinson (el más alto de la Antártida) el día de su cumpleaños, un 25 de diciembre, convirtiéndose en la primera mujer en el mundo en llegar a la cumbre en solitario y la primera alpinista española en la Antártida. ¿Y qué piensas cuando coronas la cima a -53 °C? “Cómo se entere mi madre me mata”.
Pero Chus Lago aún tenía clavada la espina de realizar una expedición a solas y poder vivir la gran aventura en su máxima expresión. Por ello, en 2009, la alpinista se propuso realizar una travesía de 1.200 kilómetros a través de la Antártida, con meta en el eje del Polo Sur. Tras 59 días de recorrido, de los que “siete fueron maravillosos y el resto para olvidar”, de temperaturas entre 50 y 80 grados bajo cero y vientos de hasta 150 kilómetros por hora, Chus Lago se convirtió en la primera española en conquistar el Polo Sur. Una hazaña que la propia alpinista grabó en vídeo, y que más tarde daría lugar al documental, Chus Lago: sola ante el hielo, nominado a 5 Goyas en la edición de 2010.
Durante toda su trayectoria, la alpinista había formado parte de expediciones capitaneadas por hombres. ¿Por qué no hacerlo ahora con mujeres? Tras una búsqueda intensa de patrocinadores y la preparación del proyecto, Verónica Romero y Rocío García aparecieron en los planes de Chus Lago. Rocío, médico cardióloga y madre de tres hijos; Verónica, empresaria y deportista. Tres mujeres que pusieron en marcha el proyecto personal de la alpinista, “Compromiso con la Tierra, 1.000 kilómetros de hielo”. Una expedición con la que Chus Lago pretende concienciar sobre el cambio climático y la voluntad y compromiso de las mujeres, y que las llevó a atravesar con esquís el casquete polar de Barnes, en la isla de Baffin (Canadá). Un lugar en el que no es posible el rescate y que ni los habitantes de las zonas se han atrevido a cruzar. Por miedo a los osos polares. Por miedo a lo desconocido.
Pero ahí estaban ellas, “como mariposas directas a quemarse en la hoguera”. La primera expedición femenina del mundo en realizar este recorrido. Viajeras. Con V de Valientes, saliendo de su zona de confort. Sorteando todas las dificultades climáticas y todas las barreras que se cruzaron en su camino a base de esfuerzo, apoyo mutuo y, sobre todo, voluntad. “Porque la voluntad es esa motivación o chispa que te lleva a la meta de salida. Que te lleva a la cima y te salva”.
Cuando le pregunté a Chus Lago qué significaba ser mujer en un mundo de hombres le costó responder. Al principio no recordaba ninguna situación o comentario incómodo, tal vez porque se acostumbró a ellos. Pero unos minutos después, me habló sobre cómo algunas mujeres la animaban a “sentar la cabeza, porque ya tenía una edad”, o cómo algunos hombres la miraban como si se tratase de una guinda, un adorno en un grupo de alpinistas masculinos. Pero haciendo uso de sus maravillosas dotes de narradora acabó por concluir:
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