Aún en 1987, la sociedad era incapaz de concebir una película en la que se mostrase un discurso abierto a la libertad sexual, la elección personal. Hasta que llegó Dirty Dancing para marcar un hito en la historia del cine y en las mentes de los jóvenes de aquella época. Ahora, 30 años más tarde, celebramos el aniversario de una de las películas más adelantadas a su tiempo y cuyo discurso se extiende hasta la actualidad.
Como ya conocemos todos, Dirty Dancing narra la historia de amor entre Baby, una inocente adolescente que se encuentra de vacaciones con su familia, y Johnny, un profesor de baile con una acelerada vida amorosa. Ambos coinciden en el mismo hotel, donde forjan una estrecha relación a través del baile.
A pesar de lo simple de la historia, el estreno de la cinta en las salas de cine no fue un camino de rosas para la guionista del film, Eleanor Bergstein, que tuvo que pelear para que la productora emitiese la película en las salas de cine en lugar de simplemente comercializarla a través de VHS. Bergstein tuvo que lidiar con las críticas de quiénes no veían potencial al film y el rechazo de patrocinadores a los que no agradó el guión final y quisieron suprimir una de las escenas. Y aún así, la guionista resistió.
Pero, ¿por qué toda estas trabas? Si analizamos la trama y la toma de decisiones de los personajes de la película, llegamos a la conclusión de que Dirty Dancing es una película muy avanzada con respecto a otras producciones del momento. A pesar de que nació como una película con algunos tintes biográficos y que giraría entorno a bailes latinos, como el merengue, chachachá o mambo, Bergstein supo crear una historia que marcase a los jóvenes de la época. La guionista, con ayuda de Emile Ardolino como director, realizaron un tratamiento sutil pero presente de la libertad sexual, sobre todo la femenina; las diferencias sociales, la brecha de edad en una relación y el derecho al aborto, uno de los temas tabú de 1963, época en la que está ambientada la película.
Este discurso rompedor a favor de la perspectiva de los jóvenes, y sobre todo de la mujer, mezclado con una increíble banda sonora ganadora de un Oscar y un Globo de Oro, dieron como resultado un cóctel perfecto que tuvo un reducido presupuesto de 5 millones para poder sacarlo adelante, y que se vieron traducidos en un fenómeno de masas de 214 millones de dólares en taquilla.
En 2017, el teatro ha traído de vuelta este mítico film gracias al musical basado en la película y escrito por la misma guionista. Tras conquistar durante dos temporadas el West End de Londres y recorrer el Reino Unido, el musical de Dirty Dancing continúa con su gira española en Bilbao recogiendo el testigo del mítico film con grandes críticas. Parece que el tiempo se detuvo en 1963 y Dirty Dancing continúa haciendo bailar y soñar con un tórrido amor a miles de fanáticos.
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