El Gran Showman

El Gran Showman o cómo vender una fantasía

Parece que el cine musical ha vuelto para quedarse. Desde que el año pasado La La Land irrumpiera en el panorama cinematográfico, espectadores y crítica han vuelto a recuperar la ilusión en este género. En un intento por continuar con esa estela de éxito de la película de Damien Chazelle, El Gran Showman aterrizó en la cartelera española a principios de año, después de dar un salto mortal en la taquilla americana, donde se ha ganado el cariño del público y la indignación de buena parte de los críticos.

El musical cuenta la historia “real” de Phineas Taylor Barnum, precursor del show business y fundador del famoso Ringling Bros. and Barnum & Bailey Circus, conocido (o vendido) como “el mejor espectáculo de la tierra”, que lo convirtió en uno de los hombres más ricos de Estados Unidos. En la película, Barnum es interpretado por Hugh Jackman, que en su afán por alejarse de sus orígenes humildes y ofrecer una vida mejor a su mujer Charity (Michelle Williams) y sus dos hijas, crea un espectáculo totalmente novedoso en el que reúne a personas con una seria de peculiaridades físicas que despierten el interés en el público.

Sin duda, por lo que está siendo más criticada El Gran Showman es por el enfoque de su guión. Dejando a un lado la falta de fundamento y coherencia de la historia y lo poco que profundiza en los personajes, la película puede verse con dos lupas diferentes: desde la perspectiva hollywoodiense que considera a Barnum como un visionario y emprendedor dispuesto a “sacar de la oscuridad” a personas marginadas ofreciéndoles un trabajo a ellos y un gran espectáculo a las personas “normales”, o desde la cruda realidad en la que el “precursor de los freakshows” explotaba a sus trabajadores, y que incluso aprovechó la muerte de una de sus empleadas para exponerla al público y sacar partido. Un hombre que ansiaba ser aceptado por las élites y que únicamente buscó su propia fortuna, del que no vemos ni rastro durante todo el largometraje.

En cuanto a actuaciones, queda claro que El Gran Showman está hecha por y para Hugh Jackman, que una vez más demuestra su dominio de los musicales a través de su voz, interpretación, presencia y baile. Pero a excepción de él, el resto del casting de “los peculiares” pasa inadvertido en todo el largometraje, mientras que Zac Efron y Zendaya quedan reducidos a puro marketing.

El Gran Showman
Fuente: Pinterest

Pero aunque El Gran Showman decepcione en el contenido, se mantiene en la forma. Y gran parte del mérito lo tienen Benj Pasek y Justin Paul, el dúo compositor de la banda sonora de La La Land, y del que el largometraje ha sacado tajada vendiéndose como una producción “con la música de los compositores de La La Land”. De toda la BSO, destacan Never enough, el número de apertura, A Million dreams y This is me, el tema interpretado por Keala Setle (la mujer barbuda), que robó el Globo de Oro a Mejor Canción Original a Mariah Carey.

Los números musicales están perfectamente ejecutados, con coreografías en las que sin duda la gran protagonista es la excelente producción y dirección artística que ambienta los escenarios de El Gran Showman, en un intento por seguir la estética de un referente cinematográfico como Moulin Rouge.

A pesar de todo, no podemos considerar El Gran Showman una mala película. Al fin y al cabo entretiene, y para ser el primer largometraje de Michael Gracey, cumple con la mayoría de requisitos para atraer al público: buena música, un casting reconocido y una estética llamativa.  Sin embargo, para aquellos que buscan algo más que entretenimiento cuando pagan su entrada de cine, desconcierta y decepciona ver tanto despliegue técnico y artístico sin una historia buena y coherente que lo acompañe.


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