Orgullo LGTBIQ: todavía queda mucho por hacer

Denuncian en Valladolid una agresión homófoba al grito de “maricones, sidosos y pederastas”.      Agresión nazi en pleno desfile del Orgullo LGTB en Murcia.                                                                              Tres detenidos por insultar y agredir a una pareja gay en Chueca.

Y así, una lista interminable de titulares en los medios de comunicación. Actitudes que nos hacen viajar hasta Nueva York, epicentro de la auténtica revolución LGTBIQ a finales de los años 60. En aquella época,  Stonewall Inn era el local de reunión y refugio de aquellos jóvenes que no cumplían con los cánones de masculinidad y sexualidad impuestos por la sociedad. Drag queens, transexuales, prostitutos y homosexuales, tuvieron que enfrentarse durante años a continuas redadas policiales que atentaban contra su libertad. Pero el 28 de junio de 1969, todo cambió. Los agentes policiales se encontraron con la resistencia del colectivo y el apoyo de más de un centenar de personas a las afueras de aquel local del barrio de Greenwich Village.

Primera Manifestación del Orgullo Gay en 1970.

Dos días de enfrentamientos que pasaron a la historia como los Disturbios de Stonewall Inn, y que marcaron el inicio del movimiento de liberación de gais, lesbianas y transexuales. Un año después, el 28 de junio de 1970, se convocó la primera gran marcha del Orgullo Gay en Nueva York. Y ahora, 47 años más tarde, Madrid se convierte en la capital Mundial del Orgullo LTGBIQ.

Casi diez días de celebraciones que tendrán lugar en diversos puntos de la ciudad madrileña con conciertos al aire libre, arte, cultura y fiestas, cuyo principal objetivo es visibilizar y reivindicar los derechos del colectivo LGTBIQ. Porque sí, a pesar de grandes avances como el matrimonio y la adopción para parejas homosexuales, la subvención para cambios de sexo y tratamientos hormonales o los planes de inserción socio-laboral, sigue siendo necesario defender la integridad y libertad de estos colectivos, que a día de hoy continúan siendo objeto de insultos, el desamparo legal, o incluso en los países más extremos, de cárcel o pena de muerte.

Y la clave para erradicar esta violencia injustificable hacia las personas se resume en dos palabras: educación y jóvenes. Un plan de políticas educativas inclusivas que enseñen a las futuras generaciones a mirar más allá de los prejuicios y aprendan los valores que se desprenden de la convivencia con personas de distinta clase, sexo, identidad o raza. Si en algo han podido ayudar las redes sociales ha sido en el creciente movimiento de influencers del colectivo LGTBIQ como Jedet, Yellow Mellow y muchos más, que hablan sin tapujos sobre sus ideas y manifiestan su modo de vida, creando y difundiendo ese discurso de normalización y visibilización que se les escapa a las administraciones públicas en materia de educación social.

El Orgullo LGTBIQ es una fiesta de reivindicación por los derechos humanos en la que tienen cabida tanto pequeños como adultos, sin importar lo diferentes que podamos ser. Un punto de encuentro para fomentar valores como la tolerancia y el respeto. Pero sobre todo, amor. Amor libre y sin prejuicios, para todos y todas. Porque como se duele decir, «el amor siempre gana».

Love wins.

 


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