La reina de lo estrafalario y lo extravagante, la polémica y el twerk, Miley Cyrus, regresa al panorama musical. Sorprendiendo por su estilo totalmente contrapuesto al que nos tenía acostumbrado, presenta Malibu. Un tema donde se acerca al country buenrollero, refrescante y desenfadado.
Con un vídeo en que el aparece aniñada y una canción con una letra sencilla, sincera, romántica y personal que la propia artista ha escrito. Malibu, producida por Oren Yoel, está dedicada dedicada a su novio Liam Hemsworth y a la ciudad donde viven. Se presenta como una dedicatoria al más puro estilo carta de amor.
Sin duda la canción no es lo que supuso el We Can’t Stop o Wercking Ball en cuanto a su faceta más polémica, pero esta versión desenfadada, más natural de Miley conquista. La canción se basa en una estructura con estrofas largas pero con un estribillo muy sencillo y corto. Con una melodía y ritmo que avanza y se acelera, hace que el oyente se sumerja en un ambiente evocador y romántico, como si de un recuerdo juvenil se tratara.
Pero todo esto nos trae una pregunta a la mente. ¿Es marketing o es un trabajo personal sin intenciones más allá de las puramente artísticas? Está claro que todo artista evoluciona y ya en la transición entre Bangerz ya publicó Miley su EP Miley Cyrus & her dead petz. Pero en éste caso Malibu, desde el punto de vista de marketing es un buen paso. Aunque no es inexplorado porque viene bien recordar que los inicios de Hannah Montana, digo, Miley, eran countries. Si tuviera una intención comercial volvería con la polémica, ritmos actuales y seguramente (porque tiene los contactos para ello) volvería a hacerse viral, pero no.
Por todo ésto, por la delicadeza, la naturalidad y la sinceridad que emana la canción, merece la pena estar pendiente. Aún no sabemos fecha para el posible álbum pero a ver qué nos puede ofrecer una Miley Cyrus más madura. Porque como dice ella en Malibu: «…ahora soy tan libre como los pájaros que atrapan el viento».
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