Guastavino, City Hall

Rafael Guastavino, el valenciano que conquistó Nueva York

A pesar de haber nacido en la soleada ciudad costera de Valencia, las huellas de Rafael Guastavino se extienden por todo el territorio estadounidense, dejando un legado arquitectónico que aún hoy nos maravilla. Este constructor audaz, hecho a sí mismo, decidió buscar fortuna en Estados Unidos, y su talento, ambición y arduo trabajo hicieron de sus obras un éxito perdurable.

Rafael Guastavino City Hall
Estación del Subway, City Hall, Nueva York. (1904). Fotografía: Michael Freeman

La Volta Catalana y la Bóveda Tabicada

Guastavino, además de ser un arquitecto, fue un innovador. Su mayor aportación técnica fue la bóveda tabicada, también conocida como Volta Catalana. Esta técnica, ampliamente utilizada en los dos únicos edificios que dejó en España, consistía en cubrir techos con ladrillos colocados por su parte plana y unidos mediante cemento. La gran ventaja de este sistema era su resistencia al fuego y la capacidad de sostenerse por sí mismo, eliminando la necesidad de andamios. Pero Guastavino llevó esta técnica un paso más allá: logró aplicarla en grandes dimensiones utilizando una variante de cemento aún más ligera e igualmente ignífuga.

Influencias y Formación

Guastavino creció en un entorno donde la arquitectura y la construcción eran parte integral de la vida cotidiana. Su padre, Rafael Guastavino Moreno, también era un arquitecto y constructor reconocido en Valencia. De él, Guastavino heredó no solo habilidades técnicas, sino también una pasión por la innovación y la experimentación.

Después de completar su formación en Valencia, Guastavino viajó a Barcelona y luego a Estados Unidos. En Nueva York, se encontró con un ambiente vibrante y lleno de oportunidades. La ciudad estaba en pleno auge de construcción, y Guastavino vio la posibilidad de aplicar sus conocimientos y técnicas en un nuevo contexto.

La Gran Manzana y el Éxito Duradero

Guastavino se estableció en Nueva York y fundó la Guastavino Fireproof Construction Company junto con su hijo, Rafael Guastavino Jr.. Su técnica de bóvedas tabicadas se convirtió en un estándar en la construcción de la época. Desde estaciones de metro hasta iglesias y museos, sus obras se multiplicaron por toda la ciudad.

El éxito de Guastavino no solo se debió a su habilidad técnica, sino también a su capacidad para adaptarse y colaborar con otros arquitectos y diseñadores. Trabajó con figuras influyentes como Stanford White y Cass Gilbert, dejando su huella en algunos de los edificios más emblemáticos de Nueva York.

Puente de Queensboro.

Obras Icónicas

  1. La Estación Fantasma de City Hall: En el metro de Manhattan, esta estación abandonada es un tesoro oculto. Sus bóvedas tabicadas y azulejos blancos son un testimonio del genio de Guastavino.
  2. El Puente de Queensboro: Este icónico puente, también conocido como el puente 59th Street, conecta Manhattan con Queens. Las bóvedas tabicadas de Guastavino son parte integral de su estructura.
  3. El Oyster Bar de la Grand Central Station: Aquí, los viajeros pueden disfrutar de la majestuosidad de las bóvedas tabicadas mientras saborean ostras frescas. Es un lugar emblemático de Nueva York.
  4. El Museo Metropolitano de Arte (Met): Guastavino contribuyó a la construcción de las bóvedas de ladrillo en este famoso museo. Su trabajo sigue siendo apreciado por los visitantes de todo el mundo.
  5. La Universidad de Harvard, Berkeley y Yale: Guastavino dejó su huella en estas prestigiosas instituciones, donde sus bóvedas tabicadas son parte integral de la arquitectura.
Grand Central Oyster Bar & Restaurant, Nueva York (1913) Fotografía: Michael Freeman.

Su huella en Nueva York

Cuando Guastavino falleció en 1908, en Ashville (Carolina del Norte), con 53 años, había creado o intervenido con sus diseños y estructuras en 360 edificios de la ciudad de Nueva York, además de centenares de ellos por el resto del país. En el momento de su fallecimiento, en la esquela del New York Times lo denominaron «el arquitecto de Nueva York». Así que la próxima vez que camines por las calles de Nueva York, mira hacia arriba y admira las bóvedas que llevan la firma de este arquitecto valenciano que conquistó la Gran Manzana.


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