Colombia

En busca del buen café de Colombia

Me encontraba sentada en un microbús de veinte plazas, algo incómodo teniendo en cuenta que el viaje duraba seis horas desde Medellín hacia el norte de Colombia. Destino, Salento. Un pequeño pueblo situado en Quindío, la zona cafetera del país.

El paisaje era maravilloso. Cada vez más vegetación y cuanto más avanzabas, los árboles eran más altos. Parecía que nos adentrábamos en la selva. Sin embargo, al bajarme del microbús, noté un aire muy frío y limpio. No estaba en la selva, estaba en la montaña con más naturaleza de toda la región.

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Fuente: María Mera

Salento es un pueblo para descubrirlo paseando entre sus calles inclinadas hasta llegar a la plaza principal, el único lugar donde todo es plano. El principal encanto que tiene es ver cómo, aún teniendo costumbres muy arraigadas, su gente vive del turismo cultural y de aventura. La mayoría de los extranjeros éramos jóvenes dispuestos a descubrir las fronteras más escondidas del mundo y, por eso, todos nos encontrábamos en aquel lugar.

Sin embargo, son los alrededores de Salento lo que lo hacen especial. El valle de Cocora, nombre que significa Estrella del agua en la cultura Quimbaya – antigua tribu colombiana –  y cómo se llamaba la hija del primer dueño de todas esas tierras, es la zona de Colombia más visitada por los aventureros que buscan ver las enormes palmas de cera, que se encuentran en peligro de extinción.

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Fuente: María Mera

Pero puede que para todos no sea realmente emocionante hacer caminatas, por eso, descubrir otros lugares con motos alquiladas es la alternativa con más adrenalina. Casi a 60km/h conduciendo por primera vez un quad en las montañas de Salento y viendo el paisaje que nos regalaba aquella localidad fue uno de los momentos más especiales del viaje. Durante dos horas y medias, por caminos cada vez más abruptos y llenos de fango, un pequeño grupo de aventureros intentábamos encontrar la escondida finca cafetera, La carbonera para degustar el café originario de la zona.

Al encontrarla, nos recibió un matrimonio mayor y adorable que nos ofreció queso hecho por ellos y una taza de café caliente para calmar ese frío que nos estaba calando por conducir bajo la lluvia.

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Fuente: María Mera

Son esos los momentos en los que tu mente observa y recapacita sobre la verdadera sensación de plenitud. Solo con un vaso caliente entre las manos, llena de barro hasta las rodillas y en una pequeña casita perdida pero  con la gente adecuada piensas que no necesitas nada más para ser feliz.

 


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